Durante la primera mitad del siglo XIV, la historia de la lógica dio un giro notable, en la medida en que la silogística de cuño aristotélico empezó a ser limitada y sustituida por la lógica proposicional
lunes 17 de agosto 2020
Durante la primera mitad del siglo XIV, la historia de la lógica dio un giro notable, en la medida en que la silogística de cuño aristotélico empezó a ser limitada y sustituida por la lógica proposicional. Por ese entonces, el estudio y desarrollo de la disciplina estuvo íntimamente ligado con la necesidad y el interés de adquirir habilidades de argumentación para disputar sobre cualquier problema. La lógica se asumió, entonces, como un arte; pero como uno que aspira a obedecer a principios universales y necesarios que regulen las inferencias formalmente válidas: las llamadas «consecuencias». En esta tendencia se inscribe la obra lógica y semántica de Walter Burleigh (c.1274-c.1345) -prolífico comentador de Aristóteles y conocido opósitos de Guillermo de Ockham-, entre la que destaca su Sobre la pureza del arte de la lógica – Tratado breve.