jueves 11 de febrero 2021
Por: Sandra Borda Guzmán (sborda@uniandes.edu.co)
Ha pasado tanto tiempo desde el inicio de la crisis en Venezuela, que ésta se ha constituido en un buen laboratorio para observar todas las posibles fórmulas que puede adoptar la comunidad internacional frente a un escenario de abierto autoritarismo, violación del estado de derecho, crisis económica y graves efectos de la misma sobre los derechos de los ciudadanos. Hemos visto, hasta ahora, una dosis importante de indiferencia. La situación económica y los flujos enormes de venezolanos que abandonan su país por cuenta de la misma, han sido noticia desde hace ya bastante tiempo, pero hasta ahora solo habían logrado llamar la atención de las organizaciones internacionales, algunas organizaciones no gubernamentales y los países vecinos. Pero la migración se incrementó, la participación del gobierno venezolano en el proceso de paz colombiano terminó y llegaron al poder en América Latina varios gobiernos de centro-derecha que tenían menos tolerancia con el gobierno de Maduro y, por tanto, estaban menos dispuestos a seguir practicando la política de la indiferencia. Colombia, particularmente, transitó hacia un gobierno de derecha que, en medio de la campaña electoral, había hecho del tema venezolano un eje central de su discurso, y prometía mano dura contra el régimen dictatorial. Estos nuevos gobiernos en de región ya estaban parcialmente alineados con el Grupo de Lima, pero no necesariamente alrededor de una posición abiertamente hostil hacia el régimen de Maduro. El Grupo se había conformado como una alternativa para buscarle una salida a la crisis, en la medida en que la Unasur, de la mano de su Secretario General (Ernesto Samper), se había puesto prácticamente del lado del régimen, mientras que, por otra parte, la OEA, de la mano de su Secretario General (Luis Almagro), se había tornado abiertamente hostil al gobierno venezolano y estaba del lado de la oposición. Por ello, ninguna de las dos organizaciones era considerada lo suficientemente imparcial como para contribuir a una transición pactada en Venezuela. Sin embargo, el Grupo de Lima se ha ido moviendo, paulatinamente, mucho más cerca de la posición de Washington. Desde la posesión de Guaidó frente a la Asamblea, su objetivo ha sido presionar y arrinconar al régimen de Maduro hasta lograr su salida. El gobierno de Trump ha entendido que las fuerzas en la región están alineadas para actuar multilateralmente y ha diseñado, y puesto en práctica, su estrategia, al tiempo que actúa con los países del Grupo de Lima, lo cual diluye, parcialmente, el halo de intervencionismo imperialista y de imposición. Colombia, por su parte, el vecino más directamente afectado por la crisis, también se ha visto más acompañado que antes en sus quejas y su frustración frente al régimen venezolano. Un Duque envalentonado por la compañía de otros jefes de Estado de su misma línea ideológica y política, se ha arriesgado hasta pronosticar el momento de la caída de Maduro. Si bien esta presión, la mano firme, las amenazas y las sanciones son necesarias para empujar al gobierno de Maduro a buscar una transición negociada, esta es una aproximación incompleta que adolece de un problema fundamental: los actores internacionales saben que quieren a Maduro fuera del poder, pero no tienen claro el trayecto que se debe seguir para lograr este objetivo. La gran mayoría de los países que han reconocido a Guaidó insisten en que se debe convocar a elecciones presidenciales a la mayor brevedad, ignorando que, en el estado en el que se encuentran las instituciones electorales, ese proceso no le daría garantías a la oposición. Adicionalmente, y teniendo en cuenta el desbarajuste en el que se encuentra esta última, después de tantos años de una nefasta combinación de represión e incompetencia, la oposición tampoco estaría en condiciones de competir con el régimen de Maduro, así se le otorgara una dosis mínima de garantías. La solución no puede consistir en sustituir un presidente elegido bajo un manto de dudas por otro cuya elección tampoco es estrictamente constitucional, y ya. Tal como lo sugieren Sachs y Rodríguez en una columna del New York Times de este fin de semana (https://www.nytimes.com/2019/02/02/opinion/venezuela-juan-guaido-maduro.html), es preciso pensar en la figura de un gobierno transitorio que contribuya a poner la casa en orden—al menos la parte de ella encargada de los procesos electorales—y que posiblemente incluya a miembros de la oposición y del gobierno si se quiere evitar más confrontación en las calles. Algo así como un “pacto consociacionalista”, a la Jonathan Hartlyn, o uno de tipo “pacto de caballeros”, al estilo Frente Nacional. Para una conversación de esta naturaleza, es preciso la presencia de garantes internacionales que no le permitan a las partes tomar ventaja y negociar solo para consolidar sus posiciones de poder—particularmente en el caso del gobierno de Maduro. En ese escenario, el papel de aquellos actores externos que, hasta ahora, se han abstenido de tomar partido en la actual crisis, será de crucial importancia. *Texto elaborado, inicialmente, para FESCOL
Por: Juan Federico Pino Uribe (jf.pino31@uniandes.edu.co)
Mi disertación doctoral consistió en identificar y explicar las variaciones de la democracia subnacional en Colombia, desde las reformas que profundizaron la democracia en el nivel local (1986-1991) hasta las elecciones locales de 2015. Específicamente, argumento que la descentralización administrativa y fiscal transformó el control distributivo y del presupuesto que tenían los políticos del nivel local, al privatizar parte de las funciones desarrolladas por las burocracias estatales municipales, y concentrarlas en contratistas que pueden financiar a distintos políticos locales y aumentar la competencia y alternancia. Esta transformación se vio afectada por el número de enlaces([1]) de los partidos nacionales en el nivel local. En el caso de que un municipio tenga menos enlaces, los partidos tienen más probabilidad de seguir teniendo mayor control sobre los contratistas, lo cual conduce a una democracia menos competitiva y con menor alternancia; mientras que cuando estos enlaces son más numerosos, el control de los partidos sobre las funciones de distribución se debilitan y la democracia local se hace más competitiva y presenta menores niveles de reelección. Mi argumento teórico integra elementos interactivos y endógenos y, con base en estos fundamentos, propone y somete a prueba, mediante una aproximación metodológica mixta, esta nueva teoría, que busca explicar la variación de la democracia municipal en Colombia.
En mi investigación, en primer lugar, identifico, mediante el modelado de trayectorias basado en grupos, que en las Alcaldías y en los Concejos, la democracia local se ha desarrollado de forma diferenciada, en el tiempo y en el espacio. En segundo lugar, con base en una aproximación cuantitativa, compruebo que los enlaces nacionales localizados, son la variable más importante para explicar la variación territorial de la democracia municipal en sus dimensiones de competencia y alternancia. En tercer lugar, constató que aunque los contratistas inciden en un aumento de la competencia y la alternancia, su efecto es muy pequeño. Finalmente, presentó evidencia cualitativa sobre las relaciones identificadas mediante estimaciones estadísticas. Mediante el estudio de caso de La Dorada, Caldas, realizado entre 2015 y 2017, y apoyado en 52 entrevistas realizadas a actores partidistas, sociales, económicos, y ciudadanos de dicho municipio, describo y ejemplifico las formas en que la diversificación de enlaces nacionales localizados, y la externalización de los contratistas de las estructuras políticas locales, han incidido en el desarrollo de una democracia local, con mayor alternancia y competitividad en este municipio.
[1] Los enlaces nacionales localizados se conceptualizan como los canales, formales e informales, que permiten un intercambio de recursos e influencia del nivel nacional a cambio del apoyo político local. Estos enlaces pueden ser de tipo partidista, pero no necesariamente se limitan a estas organizaciones. A pesar de sus distintos tipos, la característica básica que los define, es la capacidad de intermediación e intercambio de recursos e influencia nacional a cambio de apoyo político local.
Crédito: Centro de Estudios de la Orinoquía El pasado martes 26 de febrero, Luisa Ramírez y María Fernanda Reyes, egresadas del Departamento de Ciencia Política, participaron en el conversatorio “Análisis de los PDET: aprendizajes y oportunidades. Caso de Estudio Macarena-Guaviare, organizado por el Centro de Estudios de la Orinoquía.
La Sección de Estudios Venezolanos de la Latin American Studies Association (LASA), decidió otorgar el “Premio de la Sección de Estudios Venezolanos 2019, mención Ciencias Sociales” al artículo: “Soft Balancing the Titans: Venezuelan Foreign-Policy Strategy Toward the United States, China, and Russia”, escrito por Víctor Mijares, Profesor del Departamento de Ciencia Política de la Universidad de los Andes. El jurado estuvo integrado por Javier Corrales del Amherst College, Alicia Lissidini de la Universidad Nacional de San Martin, y Armando Chaguaceda de la Universidad de Guanajuato. La distinción será entregada en mayo, en el próximo congreso de LASA, que se realizará en Boston. ¡Felicitaciones Víctor!
La profesora Sandra Borda, publicó el día Lunes 4 de marzo una columna titulada “Un romance fugaz”, en el diario El Tiempo. En este vínculo pueden consultarla: https://m.eltiempo.com/opinion/columnistas/sandra-borda-guzman/un-romance-fugaz-columna-de-sandra-borda-334020
Crédito: Miguel García
Crédito: Observatorio de la Democracia
Feria Laboral Uniandes Entérese de todas las actividades que se llevarán a cabo el próximo miércoles 13 de Marzo, en la Feria Laboral Uniandes, en el siguiente vínculo: https://ferialaboral.uniandes.edu.co/
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